Ubicado en un edificio espectacular, el palacio de los marqueses de Ferrera, muy bien conservado, de estilo barroco y que data del siglo XVII.
En todo, tanto en arquitectura como mobiliario, se respira un ambiente señorial ..., es de los sitios que de la que entras ya tiendes a hablar bajo.
En el restaurante ocurre lo mismo, además en todo momento te acompaña un hilo musical de música clásica, que la verdad a mi me sobraba.
Llegué aquí por un menú degustación ofertado en Groupalia.
El precio era de 25 €. Bebida aparte.
Yo me decanté por un vino tinto, concretamente un Marqués de Arienzo que costó 19 €.
Con respecto al vino, señalar un aspecto negativo y es que lo colocaron en una mesa aparte y tenías que esperar a que te sirvieran.
Tuvieron el detalle de invitar al café.
Con respecto al menú degustación, lo primero que hay que destacar es la presentación de los platos.
Paso a describirlo:
Aperitivo de bienvenida
Dos aperitivos:
Pan de aceitunas, presentado en un vaso de chupito con aceite muy rico y el pan de aceitunas para mojar también muy rico.
Bloody Mary con navajas
Muy bueno, aunque tenía un fallo que las navajas tenían un poco de arena.
Eso sí, muy buena la combinación de sabores.
Arroz cremoso de boletus, trigueros y langostinos al ahumado de Pría
EXQUISITO, lo único que iba adornado con un crujiente que quedaba muy bonito pero no supe descifrar de que estaba hecho, ya que era totalmente insípido.
Bacalao asado al ajoarriero de centollo y crujiente de algas
Acompañado de verduritas (zanahoria, brócoli, coliflor, brotes ...).
Un buen trozo y con muy buen sabor.
En contra, para mi gusto, el bacalao estaba muy hecho.
Cordero deshuesado con cremoso de patata, calabaza y trufa
Muy rico y muy original el pastel de patatas.
Esponjoso de Brownie con sopa de mandarina al vodka
Carrot Cake con helado de vainilla
Un bizcocho de frutos secos que estaba bueno y un brownie con helado de mandarina que estaba espectacular.
Una cosa que no me gustó mucho es que presentaron los dos postres en el mismo plato.
Como anécdota contar que durante el servicio me atendieron 3 camareros que me llamaron mucho la atención, ya que respondían a todos los clichés posibles.
Primero uno, de más edad, serio, casi como enfadado, como digo yo, cara que parece que todo el mundo se lo debe y nadie se lo paga. Traía los platos y ya.
El segundo era más joven, de mediana edad, era también serio, pero de otra manera, al menos te dirigía la palabra, traía los platos y te los explicaba un poco.
El tercero, un chavalín, tras un comentario que le hice, soltó una carcajada y me trató con total familiaridad, comparándome incluso con un familiar suyo.
Yo desde luego me quedo con el segundo y con la frescura y naturalidad del tercero.
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