Coincidió con un día de celebración personal, y que mejor que celebrarlo dándose un homenaje gastronómico.
Mi primera opción era ir al estrella Michelín Elkano, pero era lunes y estaba cerrado, así que opté por el restaurante Kaia Kaipe ya que había leído muy buenas críticas sobre él.
Para abrir boca, primero hice una pequeña caminata hasta la conocida como Isla Ratón,
desde donde se tienen unas preciosas vistas, sobre todo en un día tan despejado.
El restaurante tiene una terraza bantante grande que da al puerto y con el día tan soleado y caluroso que había, estuve encantada en ella.
Desde el puerto, se alcanza a ver San Sebastián. Al fondo en primer término se ve el monte Igeldo y más atrás el Urgul con su famoso Sagrado Corazón.
Paso a describir el festín:
Mientras llegaba lo pedido, pusieron un "aperitivo".
Trozos de bonito que sólo llevaban un poco de aceite y cebolla. Buenísimo.
El primer "entrante"
Almejas a la marinera
Muy buen producto, lo malo es que la salsa era demasiado potente y las estropeaba.
Considero que las almejas por sí solas, con su propio "jugo", ya tenían suficiente sabor y la salsa lo enmascaraba.
Aparte que el sabor de la salsa tampoco me dió más.
El segundo "entrante"
Txangurro al horno
ESPECTACULAR !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
La sensación era estar comiendo centollo a cucharadas.
Además una presentación muy original, en un plato que asemejaba el caparazón del centollo.
Plato principal
Besugo
Me habían dicho que aquí era obligado pedir el besugo.
Ojalá todas las obligaciones fueran así de buenas!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Como se dice coloquialmente, el besugo estaba de escándalo.
Apunte de "marisabidilla", el besugo es un pescado muy fino y apreciado y también muy caro.
Para evitar que nos den gato por liebre y en vez de besugo nos den otro pescado de menor calidad y más barato, como por ejemplo rubiel, pica o aligote, sólo hay que fijarse en una cosa, que tenga la característica mancha oscura en la zona de las agallas.
Postres
Milhojas de crema y frambuesas, acompañado de helado
Sólo hay que mirar la foto, daba pena comerlo. Estaba buenísimo.
Panchineta, que es un postre vasco de hojaldre, también acompañada de helado.
También muy rica.
La comida estuvo regada, como no podía ser de otra manera, con txakolí.
Y pa no variar, de digestivo, Patxarán.
Eso sí, no fué barato.
Cabe destacar el servicio muy amable en todo momento y además al advertirles que en la cuenta faltaba unas copas de vino, aparte de la botella, no las quisieron cobrar y también invitaron a una segunda ronda de chupito.
Desde luego, la celebración, quedó bien celebrada.
Totalmente recomendable.
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